Prensa durante las Cortez de Cádiz (1811-1814)

Aunque en el Virreinato del Perú se desarrollaron importantes publicaciones periódicas, como el Diario de Lima (Lima, 1790-1793) y el Mercurio Peruano (Lima, 1790-1795), la política virreinal se destacó por su empeño en eliminar estos espacios de opinión pública. No obstante, el nuevo panorama que surgió en España con el establecimiento de las Cortes de Cádiz allanó el camino hacia la libertad de imprenta, la cual se ejerció con notable presencia en Lima entre 1811 y 1814. Este cambio se manifestó en la proliferación de numerosos periódicos que se caracterizaron por difundir los planteamientos liberales de las Cortes, así como por emitir críticas, y en algunos casos defensas, de la administración virreinal de José Fernando de Abacal (Varillas, 2008, pp. 126-127). A continuación, ahondaremos en algunos casos.

El Peruano (Lima, 1811-1812) fue el primero en aparecer después de sancionada la libertad de imprenta por las Cortes de Cádiz. Ofreció noticias sobre la guerra librada entre España contra la usurpación napoleónica, el funcionamiento de las Cortes y la elaboración de la Constitución de Cádiz de 1812. Si bien contó con la inicial protección del virrey Abascal, un artículo crítico al gobierno de uno de sus redactares, Gaspar Rico y Angulo, terminó por ocasionar su cese.

Para ridiculizar las informaciones y propuestas de El Peruano, apareció El Cometa (Lima, 1811-[1813]), editado por el presbítero José Joaquín de Larriva, aunque siguió defendiendo la libertad de imprenta. Como señala Raúl Porras Barrenechea (1919, p. 22), la causticidad y el ingenio de El Cometa debieron ser grandes, porque de su aparición data la fama satírica de Larriva. Según su prospecto, al ser un periódico de aparición irregular, el nombre de “El Cometa” era el indicado, pues “nadie podrá predecir su aparición aunque emplee todos los cálculos de Halley y de Clairaut”.

Desde el oficialismo y también para contrarrestar la opinión de El Peruano y El Satélite Peruano (Lima, 1812), surgió Verdadero Peruano (Lima, 1812-1813). Su nombre implicaba una justificación de la censura para estos periódicos y sus avanzadas tendencias que sostuvieron a la sombra de la libertad de imprenta. Según su prospecto y favoreciendo a la campaña del virrey Abascal, se proponía dar a conocer cuanto pudiera interesar y servir a la ilustración del Perú, haciéndolo con decencia y verdad. Su director fue el presbítero Tomás Flores, en colaboración con José Pezet, imprimiéndose en los talleres regentados de Bernandino Ruiz, entre setiembre de 1812 y agosto de 1813.

A inicios de 1813 la Imprenta de los Huérfanos imprimió dos periódicos rivales. Por un lado, el Argos Constitucional de Lima (Lima, 1813), editado por Larriva y el médico Félix Devoti, buscó dar a conocer la influencia que la Constitución de 1812 había de tener sobre la unión y el bienestar general. Aunque tuvo la aprobación del virrey y el auspicio del Cabildo de Lima, fue censurado luego de su número 13. Por otro lado, en contraposición apareció Anti-argos (Lima, 1813), polemizando las ideas publicadas por el primero. Pese a las críticas, también favorecía la Constitución de 1812 y defendía la libertad de imprenta. Según Alberto Varillas (2008, p. 137), «Es el primer caso en que aparece un periódico limeño con el propósito de satarizar a otro».

Un intento de suplir la falta que hacía el Mercurio Peruano y su papel en informar de la realidad peruana, apareció El Investigador (Lima, 1813-1814). Fue un periódico político que captó la problemática de la sociedad de Lima, relacionado con la ciudad y sus habitantes. Reflejaba la vida social, los problemas urbanos, los chismes del vecindario y también los temores políticos y las preocupaciones de la época (Morán, 2010, pp.115-119). Elogió la Constitución de 1812 y utilizaba la sátira en contra de la Inquisición (Romero, 1966, p. 161).

Impreso en la Imprenta Peruana, se publicó El Peruano Liberal (Lima, 1813). Su editor fue Tadeo López y el director José Pezet, contando con el apoyo del Ayuntamiento de Lima. Sus páginas fueron utilizadas por los alcaldes y regidores del primer y segundo Cabildo constitucional como un medio de denuncia de la arbitrariedad de Abascal.

De tendencia menos agresiva en comparación con sus antecesores, El Semanario (Lima, 1814) insertó notas de “espíritu público”, así como noticias locales e internacionales, variedades, documentos y crónicas, comunicados, entre otros. Destacaron algunos textos como “Reflexiones de un imparcial sobre la medicina”, “Ojeada política sobre la situación de la España a fines de octubre, respecto a las naciones aliadas”, “Teatro”, “Educación”, “Elogio de la nación española pronunciado por D. Félix Devoti en la Universidad de San Marcos”, “Sobre la necesidad de no enseñar a los niños a ser carnívoros”, “De las costumbres en general, y de los diferentes modos que se pueden tratar”, entre otros.

Prensa patriota o favorable a la independencia (1820-1826)

José de San Martín, convencido de la importancia que tenía la prensa para la concreción de su agenda política, trajo consigo, en su desembarco en Paracas (8 de setiembre de 1820), un equipo tipográfico ambulante para hacer pública las noticias que consideraba convenientes (Varillas, 2008, p. 164). Esto se materializó con la aparición del primer periódico patriota editado en el Perú, Boletín del Ejército Unido, Libertador del Perú, impreso en Pisco, Ancón, Supe, Huaura, Retes y Barranca entre octubre de 1820 y junio de 1821; es decir, según el avance de su ejército. En sus páginas se dio a conocer, a manera de diario, los principales hechos y movimientos del Ejército Libertador entre Valparaíso y los cuarteles generales de los lugares mencionados.

Entre abril y setiembre de 1821 se publicó El Pacificador del Perú (Huaura, Barranca, Lima, 1821). Tuvo como principal redactor a Bernardo de Monteagudo, contando con la colaboración de Juan García del Río. Insertó reseñas sobre las primeras operaciones navales y terrestres realizadas en el Perú por el Ejército Libertador, información sobre la renuncia de Joaquín de Pezuela, el cerco de Lima, el abandono de la capital hacia el Cusco por parte de José de La Serna, la declaración y proclamación de la independencia en Lima, entre otros. Como señala Varillas (2008, p. 167), dicho periódico «estuvo destinado a difundir entre los peruanos la idea de que ya no era posible pensar en la monarquía constitucional que promovían las autoridades y que ya era el momento de separarse del gobierno peninsular».

Después de la entrada del Ejército Libertador a Lima, se empezaron a publicar varios periódicos afines. El 10 de julio apareció El Americano (Lima, 1821), editado por Del Río. Contiene correspondencias y proclamas de San Martín, así como una «canción encomiástica» al libertador por la Municipalidad de Buenos Aires. Sin embargo, posteriormente, su editor optó por reemplazarlo con Los Andes Libres (Lima, 1821), aparecido entre julio y diciembre, participando en su redacción Devoti, Fernando López Aldana, José de Rivadeneyra Tejada, Santiago Negrón, entre otros; a su vez, Los Andes Libres tuvo como sucesor al Correo Mercantil, Político y Literario del Perú (Lima, 1821-1824).

Asimismo, el 16 de julio inició la impresión de Gaceta del Gobierno de Lima de Lima Independiente (Lima, 1810-1821), en remplazo del órgano oficialista Gaceta del Gobierno de Lima (Lima, 1810-1821). Luego del abandono de la capital y el traslado al interior del Perú de la administración española, la Gaceta se constituyó en un órgano oficial del nuevo gobierno encabezado por San Martín, publicándose entre 1821-1822 (periodo sanmartiniano) y 1823-1826 (periodo bolibariano) en Lima y Trujillo. Tiene un gran valor histórico no solo para el conocimiento del largo y complejo proceso independentista peruano, sino también del de los demás países latinoamericanos. Sus páginas registraron todo lo relativo a la vida oficial del Perú en sus primeros años, además de los devenires de la guerra de independencia. En remplazo de la Gaceta como órgano oficial del Estado peruano, apareció Registro Oficial de la República Peruana (Lima, 1826-1827); sin embargo, ante su irregularidad, este periódico perdió terreno ante El Peruano Independiente (Lima, 1825-1826). Este periódico venía publicándose desde 1825; sin embargo, en mayo de 1826, el Ministerio de Gobierno lo declaró como diario oficial, pasando a publicarse simplemente como El Peruano desde el 13 de mayo de dicho año. El Peruano, aunque tuvo una accidentada vida durante su historia, actualmente sigue en publicación como órgano oficial de nuestro país.

El nacimiento de un Estado independiente revivió un conjunto de debates sobre el modelo de gobierno a seguir. La idea de una monarquía constitucional no era nueva en el Perú: José Baquíjano y Manuel Lorenzo de Vidaurre ya lo habían debatido a finales del siglo XVIII y en la década de 1810. Durante el Protectorado, San Martín accionó en favor de dicho modelo, teniendo a Monteagudo como su principal ideólogo. Según la propuesta, la monarquía constitucional era la más acorde a la realidad del país, debido a la falta de moral del pueblo peruano, el atraso de su civilización la manera desproporcionada en que estaba distribuida la riqueza, las malas condiciones entre los criollos y los indígenas y la ausencia de una tradición democrática. Otro grupo de intelectuales defendieron el republicanismo, entre los que estaban Manuel Pérez de Tudela, Mariano José de Arce y Faustino Sánchez Carrión. Sus posturas se basaron en ideas de libertad e igualdad intrínsecas al espíritu humano, con un trasfondo filosófico ilustrado. La disyuntiva quedó resuelta a favor de la segunda opción porque, entre otras razones, el republicanismo representaba no solo la modernidad política sino también el más claro y rotundo rechazo al colonialismo y al despotismo español (Rey, 2013, pp. 31-34).

Este debate se vio plasmado en la prensa de la época, beneficada por la proclamación de la libertad de prensa por San Martín. En favor del monarquismo constitucional, se publicó El Sol del Perú (Lima, 1822), órgano de la Sociedad Patriótica de Lima, institución creada durante el Protectorado de San Martín en 1822 con el fin de reunir a un grupo de lo más selecto de la élite intelectual peruana para que discutan sobre materias que puedan influir en el mejoramiento de las instituciones, siendo el debate más importante el referido a la forma de gobierno que más le convendría al Perú. El periódico fue editado por José Gregorio Paredes y tuvo como principal redactor a Monteagudo. Posteriormente, apareció El Vindicador (Lima, 1823), con cartas —escritas en Huacho— publicadas por José Ignacio Moreno, las cuales defendían a San Martín de los ataques que le hacía La Abeja Republicana.

Las ideas del republicanismo se defendieron en El Tribuno de la República Peruana (Lima, 1822), redactado por Sánchez Carrión e impreso en los talleres de Del Río. Sin embargo, tuvo su máximo representante en La Abeja Republicana (Lima, 1822-1823), siendo su editor, al mismo tiempo que redactor y administrador, Mariano Tramarria. Las célebres cartas de Sánchez Carrión fueron publicadas bajo el seudónimo de «El Solitairo de Sayán». En sus páginas y artículos están expresadas las doctrinas políticas y sociales que convenían a su propuesta antimonárquica: la libertad natural que la filosofía de la Ilustración reconoció al hombre; el papel de la razón en la formación inicial de la sociedades, para vencer el egoísmo; y los beneficios del contrato social. Así, rechazó la autoridad sustentada en la fuerza o el poder económico, desacreditó los privilegios sociales y nobiliarios, y censuró al despotismo. En favor del republicanismo también se publicó El Cometa (Lima, 1822); asimismo, otros periódicos informaron u opinaron del debate, aunque sin tomar una postura clara, como El Diario de Lima (Lima, 1822) o El Brujo (Lima, 1822).

En 1822 se publicó una trilogía jocosa muy característica del ambiente politiquero de la Lima de ese entonces. Primero, La Cotorra (Lima, 1822-1823), con algunas críticas al republicanismo, pero caracterizado por su charlatanerismo (Paz Soldán, 1879, p. 18). Luego, El Loro (Lima, 1822), el cual atacó el monarquismo propuesto por San Martín como modelo de gobierno, aunque luego se pronunció a favor de un ejecutivo constituido por varias personas; asimismo, ofreció algunos esclarecimientos sobre la incorporación de Guayaquil a la Gran Colombia. Finalmente, El Periquito (Lima, 1822), de un solo número, que cuestionó la política de Monteagudo, recientemente fallecido, por su rigurosidad, considerándolo como un traidor al buen trato que había recibido por los limeños.

Otros periódicos limeños abogaron por la necesidad de consumar la guerra de independencia, pues, el enemiego replegado en la sierra, representaba una constante amenaza; asimismo, recalcaban la urgencia de reorganizar el aparato estatal, especialmente en el aspecto económico. Por ejemplo, El Imparcial (Lima, 1822) defendió la necesidad de imponer contribuciones a los comerciantes ingleses que traficaban en nuestras costas; atacó la indolencia con que procedían algunos para sostener la causa de la independencia; definió lo que es el pueblo y calificó sus derechos; manifiestó la necesidad de reformar el clero regular y la facultad del gobierno para ello, entre otros aspectos. Por su parte, El Corneta de la Guerra (Lima, 1823) críticó la situación económica y financiera del Perú en 1823, resaltando el descrédito del recientemente establecido papel moneda; además, insertó notas sobre la inoperancia del Congreso, la preocupación por la redacción de una constitución, el ornato de la ciudad, avisos, entre otros.

En la costa norte peruana destacaron diversos títulos que informaron del traslado del gobierno de Lima a Trujillo ante la toma española de la capital, las ofensivas en Junín y Ayacucho, así como temas histórico-sociales. El Centinela en Campaña (Santiago de Chuco, Huamachuco, Caraz, Huariaca, 1824) fue editado por Sánchez Carrión para difundir informaciones militares que ayuden a que la población peruana apoyara a las tropas de Simón Bolívar en la última ofensiva contra el ejército realista. Nuevo Día del Perú (Trujillo, 1824), dirigido por Hipólito Unanue con el apoyo de Devoti y José María Falcón, insertó artículos dedicados a reseñar el periodo sanmartiniano y la presencia de Bolívar en el Perú, aspectos de la soberanía popular, la ciudadanía, reflexiones sobre la instrucción pública y la educación femenina en el Perú, entre otros. El Patriota de Trujillo (Trujillo, 1824-1825), aparecido en el contexto de la batalla de Ayacucho, informó sobre los pormenores de este acontecimiento para la región norteña.

La imprenta se extendió a diversas regiones del Perú según el avance y victorias de los patriotas. Primavera de Arequipa o Mañanas de su Independencia (Arequipa, 1825), el primer periódico publicado en Arequipa, insertó algunos decretos de la época, así como comentarios sobre la victoria en la batalla de Ayacucho. Dicho acontecimiento motivó que Primavera mute en La Estrella de Ayacucho (Arequipa, 1825). Finalmente, este fue sucedido por El Republicano (Arequipa, 1825-1879). Por su parte, El Sol del Cuzco (Cuzco, 1825-1829), editado por la prefectura departamental del Cusco (con Agustín Gamarra a la cabeza entre 1825 y 1827), reprodujo las disposiciones del gobierno establecido en Lima y de la señalada prefectura, atendió los sucesos de Bolivia y dio la preferencia debida a las ocurrencias de índole local.

Prensa realista o fidelista (1820-1826)

Poco antes de la llegada de San Martín al Perú, el único diario en circulación era Gaceta del Gobierno de Lima (Lima, 1810-1821), órgano oficial del Virreinato. Publicaba noticias de los acontecimientos producidos tanto en Perú como en el resto de Hispanoamérica y Europa, así como artículos de oficio, reales órdenes y decretos, proclamas, manifiestos, bandos, noticias locales sobre teatro, ventas, traspasos, movimiento portuario, artículos científicos y literarios, composiciones poéticas, avisos varios, entre otros temas. Luego del abandono de la capital y el traslado al interior del Perú de la administración española, la Gaceta reapareció como órgano oficial del nuevo gobierno encabezado por San Martín (Gaceta del Gobierno de Lima Independiente, Lima, 1821-1826).

La llegada del Ejército Libertador al Perú se tradujo en una importante proliferación de publicaciones periódicas. Para hacer frente a ellas, se publicaron títulos favorables a la administración española. El Triunfo de la Nación (Lima, 1821), publicado entre el 13 de febrero y 29 de junio, fue impulsado por el virrey La Serna para justificar la actitud asumida por su gobierno luego del motín de Aznapuquio (29 de enero). Su nombre tuvo la implicancia de proyectar un relación de unificación de España con sus antiguas colonias, aunque con un acatamiento a los reclamos y las expectativas de los americanos. Por ello, entre sus páginas fluyó una cortante incomprensión de los fundamentos y la necesidad de la independencia, que en tono desdeñoso definió como fruto de un «patriotismo extremado de provincia». Asimismo, reincidió en la despótica postura que siempre adoptaron los peninsulares, aferrados a la vana afirmación de que «el patriotismo nacional» se basaba en la unión de España y América (Tauro, 1973, p. xxi). Vargas Ugarte (1957, p. 111) lo catalogó como “de tendencias monárquicas constitucionales”.

Tal vez el más importante órgano realista fue El Depositario. Si bien comenzó su tiraje en Lima el 22 de febrero de 1821, ese mismo año se trasladó a otras provincias peruanas, cuando Gaspar Rico, su editor, siguió al virrey La Serna hacia la sierra ante el cerco patriota de la capital, llevándose esta publicación consigo. Así, se editó en Huancayo (1821) y Cuzco (1822-1823). Luego, en 1824, retornó a la costa, instalándose en el Callao, hasta su cese en 1825. Se trató de un periódico realista que constantemente atacaba a San Martín, José de la Riva Agüero y Bolívar. Según Cornejo (2007, p. 247), la publicación llegó al punto de presentar documentos apócrifos o falseados para lograr la difamación y desprestigio de estos personajes. Contra El Depositario se publicaron El Nuevo Depositario (Lima, 1821) y Nueva Depositaria (Lima, 1825), ambos destinados a hacer burla de la campaña realista de Gaspar Rico.

Otro órgano realista fue la Gaceta del Gobierno Legítimo del Perú (Cusco, 1822-1824), primera con pretensiones de publicación periódica en el Cusco (Varillas, 2008, p. 321). A la par, se publicó el Boletín del Ejército Nacional de Lima (Huancayo, Jauja, Cusco y Lima, 1822-1824), editado eventualmente según el recorrido de las tropas realistas en su lucha contra los patriotas.

Durante el mandato del español José Ramón Rodil en los castillos del Real Felipe, se publicó El Desengaño (Callao, 1824-1825), editado por Rico y Angulo. Su objetivo era reproducir notas y artículos de otros diarios con el fin de preservar la historia y por presentar noticias en los castillos del Callao sobre la guerra de independencia peruana. Fue considerado un pasquín por Vargas Ugarte (1957, p. 198), debido a que presenta mentiras como noticias. Por otra parte, en la tomada Lima circuló El Triunfo del Callao (Callao, 1824-1825), teniendo entre sus colaboradores a Juan de Berindoaga.



Referencias bibliográficas:

Morán, D. (2007). Sociedad colonial y vida cotidiana en Lima a través de las páginas de El Investigador [del Perú], 1813-1814. Lima: Colección Historia de la Prensa Peruana.

Paz Soldán, M .F. (1879). Biblioteca peruana. Lima: Imprenta Liberal.

Porras, R. (1919). Don José Joaquín de Larriva. Lima: Conversatorio Universitario.

Rey de Castro, A. (2013). Colección Pensamiento Educativo Peruano. Vol. 4: La transición de súbditos a ciudadanos, 1781-1826. Lima: Fondo Editorial de la Derrama Magisterial.

Romero, E. (1966). Diccionario manual de literatura peruana y materias afines. Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Varillas, A. (2008). El Periodismo en la Historia del Perú: Desde sus orígenes hasta 1850. Lima: Fondo Editorial de la USMP.

Vargas, R. (1957). Biblioteca Peruana: Impresos Peruanos (1809-1825). Tomo 12. Lima: Tall. Tip. de la Empresa Periodística La Prensa

Tauro, A. (ed.) (1973). Periódicos. Tomo XXIII, Vol. 1. Lima: Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú.

Créditos: Google Books, Fondo Editorial de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Repositorio Bicentenario, HathiTrust, Biblioteca Nacional del Perú.

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